En un viaje radical para encontrar sincronías rítmicas entre el paisaje peruano y una forma musical libre, el limeño Manongo Mujica dirige esta película donde también interpreta la percusión, para tratar de recorrer un camino conceptual guiado por una cita a Jorge Luis Borges donde se plantea que el autorretrato puede construirse a partir de una acumulación de elementos ajenos. Con su batería en la orilla, donde se difuminan los bordes entre agua y tierra, Mujica toca acompañado por una suerte de monjes violinistas; todo enmarcado en una geografía omnipresente y viva, que termina entrelazada con las interpretaciones para configurar un verdadero paisaje sonoro.